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Ruido de Natalia Beristain: Buenas intenciones mala ejecución

Ruido, la tercera película de la directora mexicana Natalia Beristain (No quiero dormir sola, Los Adioses), se estrenó el pasado 11 de enero en la plataforma Netflix. Filmada en su totalidad en San Luis Potosí y producida por Woo films y Agencia Bengala con estímulos del IMCINE. 

El film sigue la travesía de Julia (Julieta Egurrola) una madre en busca de su hija que lleva nueve meses desaparecida. Debido a la indolencia de la fiscalía y la falta de avances en la investigación, Julia decide indagar por su cuenta con la ayuda de la periodista Abril Escobedo (Teresa Ruiz). En su viaje, vemos colectivas de mujeres que también buscan a sus familias y cómo la violencia ha cambiado su forma de habitar el mundo.

 

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Puntos de vista, puntos menos.

Uno de los lados en los que flaquea la película es de dónde decide ser narrada; Julia es una mujer privilegiada: artista plástica, blanca, con solvencia económica, a quien la policía ayuda en su pesquisa en más de una ocasión (obvio a cambio de dinero). Esto, aunado a los matices que la actriz le otorga al personaje, crea un desapego de la realidad de miles de ciudadanos en nuestro país, lo cual hace difícil identificarse con la madre rabiosa y doliente.

Asimismo el discurso que enarbola es débil: se vuelve pedagógico (no en el buen sentido), similar a un curso rápido para las clases altas sobre la problemática de las desapariciones en nuestra país, explicando que significa “acuerpar” o como se organizan comunidades. De la misma forma, utiliza las marchas como un elemento estético; las pancartas, bordados, colores, energía y consignas sólo son un mar en donde Julia se pierde y se “encuentra” pero sin profundizar en ellas ni en el movimiento feminista en México.

Otro momento disonante es cuando, durante el viaje de Julia y Abril, hombres armados paran el camión para revisar identificaciones; al darse cuenta de que Abril es periodista, la bajan con violencia del vehículo. Ella grita, forcejea y pide auxilio a los demás pasajeros, pero nadie hace nada, ni siquiera Julia, quien solo mira por la ventana y llora quedamente. Ahora, esto es disonante porque en otros momentos de la cinta vemos como Julia es un personaje fuerte, que no se queda callada, entonces, ver cómo le arrebatan la libertad a quien se volvió su principal aliada, se siente incluso como una traición. En lo que resta de Ruido no se menciona mucho más sobre Abril.

Líneas que de tan alejadas se tocan

¿Existe esperanza en la decadencia? Ese parece ser una de las preguntas que retoma la película, ya que si bien hay momentos sumamente duros y mórbidos, también hay delicadeza en ellos. Lo siniestro encierra a su vez algo sublime. En una escena, Julia entra a un camión repleto de cadáveres en descomposición, la moscas vuelan, casi podemos oler la podredumbre que emana, Julia camina entendiendo el horror del cual somos partícipes, mientras camina hacia la oscuridad ve un brazo inerte que se asoma de su cubierta de plástico,  Julieta cubre con suavidad el miembro descubierto, recordándonos de la dignidad que merecen esos cuerpos que fueron—son—personas.

¿Existen risas en el dolor? Otro momento clave es durante una de las pesquisas de la colectiva Voz y Dignidad, a quienes Julia acompaña; después de hablar con las mujeres sobre sus familiares desaparecidos (las historias narradas son reales, la colectiva y sus integrantes igual) y de encontrar tambos en donde presuntamente el crimen organizado “cocina” desaparecidos (descuartizar y disolver en ácido los restos de sus víctimas) todas hacen un pequeño convivio con comida, música y baile. Las mujeres se divierten y encuentran sosiego en las otras, mientras vemos cómo, a metros de distancia, los forenses limpian, organizan y fotografían objetos y restos de personas. 

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Créditos Finales

Durante Ruido hay flashes imaginarios–que pueden ser interpretados como el mundo interno de la protagonista– donde Julia está en una sierra. sola, desorientada, desesperada y donde al final se reencuentra con su hija. El final es insatisfactorio aunque discernible, al igual que toda la película. Podemos entender las motivaciones de la directora para ciertas decisiones cuestionables: la elección de una ficción con elementos de documental, castear a su madre como la actriz principal, el punto de vista que no desafía la violencia, y la forma en la que están presentados los créditos finales.

Sobre un fondo negro vemos los rostros y escuchamos como mujeres cantan el nombre de sus seres queridos desaparecidos, mientras que leemos a las personas que hicieron esta película posible. Es un gesto que pareciera noble pero se siente desafortunado, creo que esa es la forma en la que se siente como toca el tema de las desapariciones en México, buenas intenciones pero sin el rigor necesario. 

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