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Operación 2 de octubre

Cuando se habla del 2 de octubre, en la mayoría de los casos se habla sobre el movimiento estudiantil, las motivaciones del movimiento y el papel que jugaron los actores políticos.

Es inevitable que el último punto acapare en gran medida la conversación, pues Gustavo Díaz  Ordaz y Luis Echeverría, presidente de México y secretario de Gobernación, respectivamente, fueron el centro de atención, pero a un lado de ellos hay otro actor que no puede pasar desapercibido: el Ejército.

Hablar del Ejército y su relación en los movimientos sociales es algo controvertido, pero no por eso se le debe dejar fuera de la conversación, ya que sin él no podríamos hablar de la matanza del 68.

Mucho se discute sobre el Ejército y su actuación durante la movilización del 2 de octubre; sobre si empezaron el fuego o lo respondieron, pero algo que sí es cierto, es que aquel día se colocó en el filo de la navaja en cuanto a la opinión pública se refiere.

De igual forma, es interesante analizar cómo actuaron aquel día, porque a fin de cuentas, la sangre y las armas estaban en sus manos y son las tropas a quienes se les señala como autores materiales de la matanza del 2 de octubre. 

Operación Galeana: el Ejército en acción

Bajo el nombre de Operación Galeana, el Ejército emprendió las tareas de inteligencia con el fin de vigilar, espiar, infiltrar, sabotear el movimiento estudiantil, así como aprehender a los líderes del Consejo Nacional de Huelga.

Sin embargo, hay varios puntos a los cuales se deben prestar atención, pues son el centro neurálgico de toda la operación militar llevada a cabo el 2 de octubre.

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AP

De acuerdo con lo asentado en documentos de la Secretaría de la Defensa (Sedena) y de otras entidades de seguridad, el Batallón Olimpia estaba conformado por cerca de 2 mil miembros del Estado Mayor Presidencial, la Dirección Federal de Seguridad (DFS), la Policía Judicial Federal, la Policía Judicial del Distrito Federal y la Inspección Fiscal Federal, con el fin específico de ocuparse del movimiento.

Asimismo, los expedientes indicaron que el general secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, ordenó al Batallón que su tarea específica era la de aprehender a los líderes estudiantiles sin que hubiera víctimas.

Aunado a lo anterior, los testimonios de elementos de alto rango indicaron que los oficiales eran los únicos con autorización para portar armas, pero los elementos de tropa, quienes también se encontraban infiltrados en la manifestación, no lo tenían permitido.

Este último punto es uno de los más conocidos, pues es por todos sabido que los elementos del Batallón llevaban guantes y pañuelos blancos para identificarse entre sí.

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Fundación UNAM

Empero, hay un aspecto que no es conocido por todos y es que según señalan documentos desclasificados por la inteligencia militar de Estados Unidos, dos informantes al interior de las fuerzas armadas indicaron que Mario Ballesteros Prieto y Luis Gutiérrez Oropeza, jefes del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa y del Estado Mayor Presidencial, respectivamente, estuvieron dando órdenes que se contraponían entre sí respecto a las del general secretario.

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Los francotiradores

Lo anterior es básico para entender una parte del operativo del 2 de octubre, la otra y la que resulta más controversial son los disparos, ya que de acuerdo con las investigaciones llevadas a cabo en aquel momento, en los edificios habitacionales ubicados en Tlatelolco, así como en el templo de Santiago Tlatelolco, había francotiradores, mismos que se encargaron de abrir fuego en contra de los manifestantes, sin importar que entre el gentío hubiera elementos de las fuerzas armadas.

El dato anterior no solo figura en los expedientes concernientes a la Operación Galeana y a toda la investigación del 2 de octubre, sino que una grabación de video de las cámaras de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) así lo corrobora.

Por si esto no bastara, hay otra muestra. El general José Hernández Toledo recibió un disparo mientras se encontraba en el templete solicitándole a los manifestantes que se retiraran, solo que el análisis que se realizó posterior a los eventos ocurridos, determinó que la bala en la espalda del general tuvo una trayectoria descendente, es decir, vino desde arriba.

Respecto a este tema, también se realizó un análisis de la zona de Tlatelolco, mismo en el que se dibujaron líneas imaginarias que ayudaron a identificar los sitios en los que estuvieron apostados los francotiradores, quienes por cierto, tuvieron un margen de maniobra amplio.

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Fundación UNAM

Este es posiblemente el aspecto más importante y alrededor del cual gira gran parte de los eventos del 2 de octubre, ya que en numerosas ocasiones, los líderes estudiantiles, estudiantes que acudieron a la movilización, así como habitantes de los edificios y otros más que pasaron cerca, indicaron que al momento de ver las bengalas arrojadas desde un helicóptero, los disparos comenzaron.

A 55 años de la matanza del 2 de octubre, las culpas siguen repartiéndose; los militares culpan a los estudiantes y viceversa, mientras que el autor intelectual, Luis Echeverría, gozó de total impunidad, ni siquiera la prisión domiciliaria que se le impuso fue suficiente castigo para un político que representó al presidencialismo y la indolencia que tanto aprieta el cuello de este país.

Editor de Mex Mads. Orgullosamente UNAM. Periodista y fotógrafo inquieto por naturaleza, escritor en formación de novelas policiacas, leo hasta cansarme y tomo mucho café.

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